Ferdinand Hodler, nacido el 14 de marzo de 1853 en Berna, está considerado hoy como el pintor suizo más célebre del siglo XIX. Su obra se sitúa entre el simbolismo, el Art Nouveau y un lenguaje artístico profundamente personal, influenciado por su infancia marcada por la pobreza y la responsabilidad familiar.
En 1868 inició un aprendizaje como pintor de vistas, lo que le introdujo en el mundo de la pintura profesional. En 1871, fue descubierto en Ginebra por el pintor Barthélemy Menn, quien lo tomó como alumno. Inspirado por maestros como Camille Corot y Gustave Courbet, desarrolló en los años 1880 un estilo propio, que denominó paralelismo, caracterizado por repeticiones rítmicas y líneas armoniosas.
Uno de los temas centrales en su obra fue la muerte en el arte, un motivo recurrente derivado de sus vivencias personales. Esta temática impregna sus obras simbolistas, pero también se manifiesta en composiciones patrióticas y paisajes imponentes, considerados entre sus trabajos más representativos.
Su arte fue reconocido en toda Europa: participó en más de 200 exposiciones y recibió múltiples distinciones, como la medalla de oro en la Exposición Universal de París de 1900, que consolidó su prestigio internacional y su posición económica.
Ferdinand Hodler falleció en Ginebra en 1918, dejando un legado artístico entre el realismo y la modernidad. Su estilo claro, emocional y su búsqueda de la armonía universal siguen presentes en reproducciones artísticas de calidad, admiradas en museos y colecciones de todo el mundo.