"El grito" es considerado el primer cuadro expresionista y es una de las más famosas obras del famoso noruego.
Influenciado por la temprana muerte de su madre y su hermana, Edvard Munch se interesó en ilustrar las emociones humanas más profundas, tales como la soledad y el amor, así como su preocupación por la muerte. En sus pinturas, idealizó el alma humana y desarrolló su propio simbolismo. Durante sus estadías en Francia y Alemania, frecuentó algunos intelectuales, como Friedrich Nietzsche, al cual retrató.
Su primera exposición en Berlín fue un escándalo y fue cerrada después de sólo 7 días, lo cual lo hizo famoso de la noche a la mañana. Munch experimentó con la pintura y el grabado. En Berlín, comenzó con grabados y litografías y en París, creó sus primeras xilografías, así como carteles e ilustraciones.
Después de algunos años Edvard Munch 1909 regresó definitivamente a su amada Noruega. Ahí pintó "El Sol", "Historia" y "Alma Mater", como decoraciones para la Universidad de Oslo. Decidió llevar una vida ermitaña y se retiró en su granja en Ekely.
A través de sus pinturas, Edvard Munch canalizaba sus sentimientos y dio un significado personal a su vida.
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