Albrecht Dürer nació el 21 de mayo de 1471 en Núremberg y es considerado uno de los artistas más importantes del Renacimiento alemán. Tras un aprendizaje en el taller de su padre, un orfebre, comenzó su formación con el pintor Michael Wolgemut. Allí entró en contacto con la técnica de la xilografía, que más tarde se convertiría en una de sus señas de identidad. Al final de su aprendizaje, emprendió un viaje al Alto Rin para conocer al renombrado Martin Schongauer, quien falleció antes de que Dürer pudiera encontrarse con él. Sus años de formación y viaje lo llevaron a Basilea, Estrasburgo y finalmente a Italia, donde entró en contacto con las corrientes artísticas más innovadoras del Renacimiento.
Tras su regreso a Núremberg en 1495, Dürer abrió su propio taller y comenzó a hacerse un nombre como pintor, grabador en cobre y xilógrafo. Sus obras gráficas, especialmente el famoso ciclo de xilografías El Apocalipsis (1498), recibieron gran reconocimiento en toda Europa. Dürer combinó la precisión del detalle del arte nórdico con la perspectiva y anatomía de los maestros italianos. Su interés por la ciencia y las matemáticas se refleja en las proporciones exactas y construcciones geométricas que incorporó en sus obras.
En 1505, Dürer viajó de nuevo a Italia, donde estudió las obras de Leonardo da Vinci, Rafael y otros artistas destacados. El Renacimiento italiano tuvo una gran influencia en su pintura, especialmente en sus famosos retratos y obras religiosas. Tras su regreso, creó algunas de sus obras más conocidas, como Adán y Eva, Los cuatro apóstoles y sus célebres autorretratos, que lo presentan como un artista seguro de sí mismo. Su capacidad para capturar emociones humanas y rasgos de carácter lo convirtió en uno de los retratistas más solicitados de su época.
Además de su actividad artística, Dürer también fue un teórico. Publicó varios escritos sobre geometría, perspectiva y teoría de las proporciones, que aún hoy se consideran fundamentales. Sus investigaciones sobre anatomía humana y ciencias naturales demuestran que no solo fue un artista talentoso, sino también un pensador visionario. Sus estudios sobre luz, sombra y proporciones corporales influyeron en generaciones de artistas y sentaron las bases para una visión científica del arte.
Albrecht Dürer murió el 6 de abril de 1528 en su ciudad natal, Núremberg. Su legado artístico sigue marcando la historia del arte europeo. La combinación única de precisión artística, curiosidad científica y visión humanista hacen de Dürer uno de los artistas más influyentes del Renacimiento.